El movimiento 19 de abril nació llevándole la contraria a los tiempos y rompiendo amarras con  los determinismos e idiologismos. En la confrontación de extremos: capitalismo o comunismo, democracia restringida o dictadura de clase, burguesía o proletarido,  recupera para la lucha la espada de Bolívar y opta por la contradicción oligarquía pueblo, valoriza la burlada victoria electoral del pueblo anapista en 1970 y, para lograr eficiencia en la política, justifica el uso urbano de las armas en el proceso revolucionario.

Al colombianizar la lucha  y romper esquemas, la dirigencia y la militancia del M-19 proveniente de las distintas vertientes de la izquierda, en su búsqueda, opta por configurar un proyecto que al retomar los hilos de la historia no oficial se pareciera al país, expresara el sentimiento social y el de los excluidos, reivindicando las necesidades de los diferentes estamentos. Así revivió la esperanza de lo nuevo en un país confesional con altísimos niveles de exclusión, represión, dogmatismos, injusticias seculares y frustraciones.